27 de septiembre de 2025

Alarma industrial: desconfianza y estancamiento laboral, ocho de cada diez empresas no contratarán empleados

Los datos no solo confirman un presente de actividad menguante, sino que proyectan un futuro de estancamiento laboral que amenaza con agravar el panorama social, con casi el 80% de las empresas que no prevén cambios en su plantilla de personal.

La industria manufacturera argentina atraviesa una fase de profunda incertidumbre y pesimismo, según revela la reciente «Encuesta de Tendencia de Negocios» del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).

El mercado laboral industrial opera con el freno de mano puesto. De cara al trimestre septiembre-noviembre, la gran mayoría de los empresarios (79,4%) no contempla modificaciones en su dotación de personal. Esta «estabilidad» no se traduce en solidez, sino en una parálisis forzada ante la ausencia de expectativas de crecimiento.

El balance entre crecimiento y contracción en el empleo es rotundamente negativo: solo un magro 4% anticipa un aumento de personal, frente a un preocupante 16,5% que proyecta reducciones. Este desequilibrio anticipa una probable caída neta en el empleo industrial. La misma tendencia se refleja en las horas trabajadas, donde un 18,6% espera una caída, casi triplicando al 6,9% que prevé un incremento. La industria se prepara para trabajar menos y con menos gente, una clara señal de contracción productiva.

Radiografía de una crisis de demanda y confianza

La principal causa de esta contracción es la insuficiencia de la demanda interna, señalada como el factor limitante por casi la mitad de los encuestados (49,4%). Esto subraya que el problema central de la industria no es principalmente de costos o provisión, sino de falta de consumo y poder adquisitivo en el mercado.

El clima de negocios es reflejo de esta situación: el Indicador de Confianza Empresarial (ICE) se hundió a -21% en agosto de 2025, marcando el nivel más bajo del año. Este índice es la manifestación directa de la preocupación sobre la producción y los pedidos. Más de la mitad de los industriales (50,9%) califica su cartera de pedidos como por debajo de lo normal. En consecuencia, el 22,7% espera que la producción disminuya en el próximo trimestre, superando al 15,6% que proyecta un aumento.

Además de la falta de demanda, la competencia de productos importados (10,5%) emerge como una restricción significativa, y la dificultad para acceder al crédito (32,5%) completa un escenario financiero restrictivo para las empresas.

El costo del cauteloso estancamiento

Los datos del INDEC evidencian que la industria manufacturera ha entrado en una fase de hibernación productiva y expectativas mínimas. El hecho de que la gran mayoría de las empresas opte por no modificar su plantilla no debe interpretarse como fortaleza, sino como una estrategia de supervivencia cautelosa ante la ausencia total de previsibilidad. Las empresas no ven señales que justifiquen invertir, expandir la producción o contratar nuevo personal.

Esta aversión al riesgo y la consecuente parálisis en el empleo representan un costo de oportunidad enorme para la economía. La manufactura, como sector generador de valor agregado y empleo de calidad, está perdiendo dinamismo a causa de la contracción de la demanda interna. La alta incidencia de la competencia importada como factor limitante, sumada a la falta de consumo, pone de manifiesto la necesidad de políticas que equilibren la apertura comercial con la protección efectiva de la producción nacional y el estímulo al mercado interno.

El deterioro de la confianza empresarial a mínimos anuales subraya la urgencia de restablecer la previsibilidad macroeconómica. Sin una clara hoja de ruta que reactive el consumo y facilite el acceso al financiamiento, la tendencia al estancamiento laboral e industrial se consolidará, afectando negativamente la capacidad de recuperación del país en el mediano plazo.

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