Acindar paraliza su planta y suspende al 90% de sus operarios en Villa Constitución
La situación de Acindar es, por ende, un llamado de atención urgente sobre la sostenibilidad del empleo industrial. Si una de las principales siderúrgicas del país necesita reducir su producción a la mitad y suspender a casi la totalidad de su plantilla de manera recurrente, es que la crisis industrial ha escalado a un nivel crítico, poniendo en riesgo no solo la rentabilidad de las empresas, sino la estabilidad económica de comunidades enteras como Villa Constitución.

La siderúrgica Acindar ha dado un paso alarmante en su estrategia de contención ante la baja demanda, volviendo a paralizar su planta de Villa Constitución y suspendiendo a cerca del 90% de su personal.
Esta medida, que se aplicará por una semana con posibilidad de extensión, no es un simple ajuste, sino un claro indicador de la profunda crisis que atraviesa el sector industrial argentino.
El acuerdo con la UOM (Unión Obrera Metalúrgica) permite estas suspensiones, donde los trabajadores afectados cobrarán entre el 75% y el 80% de su sueldo. Sin embargo, la frecuencia y la masividad de estas paradas están creando un clima de incertidumbre y pánico laboral que se proyecta más allá de los aproximadamente 900 operarios directos y contratistas. El temor no reside solo en el recorte salarial temporal, sino en el futuro de las fuentes de trabajo a largo plazo.
Análisis Crítico: La Tormenta Perfecta de Demanda Cero e Importaciones Agresivas
La determinación de Acindar es una radiografía de la debilidad macroeconómica y de las políticas comerciales vigentes. La caída en la demanda interna es la causa principal, demostrada en el brutal derrumbe de la producción anual: en 2024, la compañía apenas alcanzó las 600.000 toneladas de acero, una caída a la mitad respecto a las más de 1,2 millones de 2023. La propia empresa admite que un «año normal» debería rondar el millón de toneladas. Este desplome revela que los sectores que demandan acero (construcción, automotriz, metalmecánica) están virtualmente estancados o en franco retroceso.
Pero la crisis se ve agravada por la competencia desleal de importaciones, principalmente de China y Brasil. La menor burocracia para el ingreso de estos productos a precios más bajos, sumada a la debilidad del mercado local, está asfixiando a la producción nacional. La crítica aquí apunta directamente a la falta de mecanismos de protección o compensación frente a un dumping de facto, donde el acero, el aluminio y los materiales de construcción extranjeros socavan la base productiva argentina.