12 de noviembre de 2025

Pese a la mejora en la pobreza infantil, uno de cada tres hogares con niños sigue restringiendo comidas y creciendo en endeudamiento

La encuesta deja al descubierto que, aunque las estadísticas parecen mejorar, la vida cotidiana de millones de familias sigue atravesada por la incertidumbre. En un país con recurrentes crisis económicas, el alivio puede ser real, pero aún es frágil y desigual.

El último relevamiento de UNICEF Argentina revela una aparente mejora en los indicadores de pobreza infantil, pero también expone las grietas persistentes del bienestar social.

Según la novena Encuesta Rápida del organismo, la proporción de hogares con niñas, niños y adolescentes cuyos ingresos no alcanzan para cubrir los gastos básicos cayó al 31% en 2025, frente al 48% registrado el año anterior. Sin embargo, la cifra sigue siendo preocupante: más de dos millones de familias continúan en situación de vulnerabilidad económica.

El estudio, que abarcó 1.342 hogares de todo el país, muestra avances derivados de la desaceleración inflacionaria y del mantenimiento de políticas de asistencia como la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la Prestación Alimentar. Estos programas, según UNICEF, ayudaron a reducir la pobreza infantil al 46,1% y la indigencia al 10,2%. Pero el impacto positivo tiene un límite: uno de cada tres hogares aún debe restringir comidas por falta de dinero, una proporción que asciende al 45% entre quienes dependen de la AUH.

El informe plantea una paradoja: mejora la pobreza medida por ingresos, pero la inseguridad alimentaria sigue siendo estructural. En un país donde el costo de vida continúa en niveles elevados y los salarios reales apenas se recuperan, la reducción de la pobreza no siempre se traduce en bienestar tangible. La restricción de comidas, más allá de su caída del 52% al 30%, expone que el acceso a los alimentos sigue siendo un privilegio inestable.

Otro dato que relativiza la mejora es el aumento del endeudamiento familiar, que pasó del 38% al 46% en un año. Las familias recurren cada vez más a créditos formales e informales para cubrir necesidades básicas, reproduciendo un ciclo de fragilidad económica que amenaza con revertir los avances logrados.

El incumplimiento de la cuota alimentaria también se mantiene como un problema estructural: el 52% de las madres que deberían recibirla no lo hace, un dato que UNICEF considera central para entender la desigualdad de género y la precarización económica de los hogares monoparentales.

Para Sebastián Waisgrais, especialista en Inclusión Social de UNICEF, el escenario actual “refleja el impacto de la desaceleración inflacionaria y la priorización de políticas de ingreso, pero plantea el desafío de sostener estos esfuerzos en un contexto de consolidación fiscal”. En otras palabras, la mejora podría ser transitoria si el Estado reduce su presencia en las políticas sociales.

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