14 de noviembre de 2025

Listas bonaerenses: internas, tensiones y una carrera contra el reloj para cerrar candidaturas

Lejos de resolverse con previsibilidad, la jornada de este sábado estuvo marcada por el hermetismo, las negociaciones frenéticas y las definiciones de último minuto que aún, pasada la mitad del día, mantienen en vilo a los principales espacios partidarios.

Por estas horas, la política bonaerense transita uno de sus momentos más sensibles: el cierre de listas para las elecciones del 7 de septiembre, en el marco de la primera elección desdoblada de la nacional en siete décadas.

La provincia de Buenos Aires renovará 46 bancas en la Legislatura (23 diputados y 23 senadores), además de concejales y consejeros escolares en los 135 municipios. Un movimiento estructural que pone en tensión no solo la estrategia electoral de cada fuerza, sino también la arquitectura interna de los partidos, muchos de los cuales se ven obligados a resolver disputas que vienen acumulándose desde el recambio de poder nacional.

En el oficialismo, nucleado en la alianza Fuerza Patria —que articula el kirchnerismo residual, el kicillofismo y sectores de Sergio Massa—, la negociación se tornó particularmente espinosa en la Tercera Sección Electoral, bastión histórico del peronismo. Allí, los intendentes agrupados en el Movimiento Derecho al Futuro lograron insertar sus nombres en las boletas, apelando a una estrategia ya conocida: las candidaturas testimoniales. “No es un retroceso, es una señal de control político territorial”, justificó un operador del oficialismo. Algunos jefes comunales aparecerán como primeros candidatos a concejales, mientras otros buscarán meterse en las listas seccionales, aún cuando su intención no sea abandonar sus cargos actuales.

En La Libertad Avanza, el partido oficialista a nivel nacional pero aún sin engranaje firme en territorio bonaerense, el panorama no es menos complejo. Las definiciones se hacen a puertas cerradas, con una lógica de verticalismo extremo que incomoda a sus aliados. El PRO —que hasta hace meses lideraba parte del armado opositor en la provincia— negocia con escasa visibilidad su participación dentro de las listas libertarias. Las principales tensiones se concentran en distritos de peso simbólico como Junín, Pergamino y Vicente López, donde la puja por los primeros lugares y el reparto de recursos amenaza con provocar nuevas fugas de dirigentes.

El espacio Somos Buenos Aires, que busca representar una tercera vía con anclaje en sectores radicales, peronistas moderados e intendentes independientes, también enfrenta su propia encrucijada: consolidar acuerdos seccionales que le den competitividad real. Las conversaciones siguen abiertas en las ocho secciones electorales y los cierres se presentan como una serie de “acuerdos quirúrgicos”, especialmente en municipios grandes donde la pelea por encabezar boletas se vuelve más feroz.

Más allá del color político, hay una constante que atraviesa a todos los espacios: la incertidumbre como regla. La Junta Electoral de la provincia habilitó el 8 de agosto como fecha para oficializar las boletas, lo que garantiza un plazo técnico de 50 días hasta el comicio. Pero los nombres definitivos se conocerán mucho antes, a partir de las filtraciones inevitables y la publicación de listas internas.

Mientras tanto, las tensiones se acumulan. No se trata solo de decidir candidaturas: lo que está en juego es el futuro inmediato de las fuerzas políticas en el distrito más poblado del país, donde cada banca cuenta y cada municipio puede definir un mapa más amplio. El clima en las sedes partidarias es de cautela. Se espera una larga noche de redacción de listas, validaciones cruzadas, vetos silenciosos y pulseadas territoriales.

Como suele suceder en estos cierres, lo importante no solo es quién entra, sino quién queda afuera. Y ese es un costo que, a la luz de las internas expuestas, no todos están dispuestos a asumir sin resistencia.

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