14 de noviembre de 2025

Las líneas de la humanidad se cruzan: la insensibilidad de «El Gordo Dan»

El tuitero oficialista Daniel Parisini, conocido como «El Gordo Dan», cruzó una de las últimas líneas rojas que quedaban en el debate político al atacar de forma cruel y despiadada al senador Luis Juez y, lo que es aún más grave, a su hija Milagros, quien padece parálisis cerebral.

En un contexto de polarización política ya de por sí extrema, un nuevo episodio de violencia digital ha sacudido la esfera pública argentina.

El ataque se produjo después de que el senador Juez votara en contra del veto presidencial a la Ley de Emergencia en Discapacidad. En lugar de limitarse a la crítica política, Parisini utilizó su cuenta de X para lanzar un tuit que, por su bajeza y falta de empatía, desató una ola de repudio generalizado. No contento con eso, el tuitero se ensañó con la situación personal de la familia Juez, haciendo referencia a la hija del legislador de manera vergonzosa.

La justificación inaceptable y el desprecio por la empatía

Lo que hace este ataque particularmente repudiable no es solo el hecho de usar la discapacidad de una persona para hacer política, sino la posterior justificación del agresor. Después de que incluso el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, se viera obligado a desmarcarse de él y repudiar públicamente sus palabras, Parisini borró el tuit original. Sin embargo, en lugar de reconocer su error, volvió a la carga con otro mensaje, intentando suavizar la forma, pero manteniendo la misma esencia deshumanizante.

El tuitero intentó justificar su ataque como una crítica a la «politiquería barata» de Juez, pero la elección de las palabras y la forma en que se refirió a la hija del senador evidencian una falta de respeto fundamental por la dignidad humana. Aún más grave, se permitió el lujo de «perdonar» a Francos por haberlo repudiado, mostrando un alarmante nivel de soberbia y desprecio por las instituciones y por la misma persona a la que el jefe de Gabinete representa.

La toxicidad en las redes sociales y el rol de los «influencers»

El caso de «El Gordo Dan» es un ejemplo alarmante de la toxicidad que ha proliferado en las redes sociales, donde el anonimato o el pseudónimo parecen ser un escudo que legitima cualquier tipo de agresión.

La impunidad con la que operan estos «influencers» o «militantes digitales» demuestra la necesidad urgente de un debate serio sobre los límites de la libertad de expresión, especialmente cuando se cruzan las líneas del respeto y la dignidad.

Este episodio no es solo un ataque personal contra un político, sino un reflejo del deterioro del debate público, donde las ofensas personales y la crueldad sustituyen a la crítica constructiva y la discusión de ideas.

La sociedad debe reflexionar sobre el precio de este tipo de ataques, especialmente cuando victimizan a personas inocentes que, por su condición, no deberían ser nunca blanco de una guerra política.

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