14 de noviembre de 2025

Interna familiar: Yamil Menem expresó que “si Karina está involucrada, Lule y Martín también”

El apellido Menem vuelve a teñirse de sospechas, pero esta vez lo hace en la era Milei, dejando abierta la pregunta sobre si el nuevo oficialismo repite, con otros nombres, las viejas prácticas de la política argentina.

El terremoto político que provocaron los audios del exdirector de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), Diego Spagnuolo, continúa generando réplicas que comprometen cada vez más al círculo íntimo del poder libertario.

Esta vez, las acusaciones no llegaron desde la oposición ni desde la prensa, sino desde dentro de la propia familia Menem: Yamil Menem, titular de la Agencia de Espacios Públicos de La Rioja, cargó duramente contra sus primos Eduardo “Lule” y Martín Menem, ambos figuras centrales en el armado político de Javier Milei.

“Si Karina está involucrada, Lule y Martín también”, disparó Yamil, marcando una línea de continuidad entre la hermana del Presidente, los operadores de mayor confianza y la trama de presuntas coimas reveladas en los audios.

El señalamiento no es menor: Lule es considerado el principal estratega político de Karina Milei, mientras Martín preside la Cámara de Diputados. Que un integrante de la propia familia los vincule públicamente a una posible estructura de corrupción implica un quiebre discursivo que erosiona la narrativa oficial de “honestidad” y “ruptura con la casta”.

La intervención de Yamil Menem deja al descubierto un trasfondo más profundo: el apellido Menem, asociado históricamente al poder central en los noventa, vuelve a estar en el centro de acusaciones por manejos turbios en la gestión pública. “No es la primera vez que están denunciados”, insistió el funcionario riojano, remarcando una continuidad de sospechas que trasciende coyunturas y gobiernos.

Más allá de lo familiar, lo político se vuelve ineludible. Yamil trazó una frontera con sus primos al destacar que no comparte ni relación personal ni orientación ideológica con ellos, alineados al proyecto de Milei y alejados de la vida provincial riojana. “Lule y Martín no han vivido nunca en La Rioja… aparecieron de nuevo de la mano de Milei”, cuestionó.

La acusación encierra un doble filo: por un lado, critica el oportunismo político de sus primos; por otro, advierte que sus movimientos en la provincia ocurren “a escondidas”, como si su presencia resultara políticamente incómoda incluso en su tierra de origen.

El eje de la disputa vuelve, sin embargo, a los audios de Spagnuolo. Yamil fue categórico: “Los audios son verídicos, no hay inteligencia artificial ni operaciones preelectorales”. Al negar la hipótesis de una operación, valida la denuncia y deja en evidencia la fragilidad de la defensa oficial, que hasta ahora se centró en relativizar el material difundido. El hecho de que Spagnuolo haya renunciado, según Yamil, confirma la gravedad de lo revelado.

La dimensión crítica radica en lo que subyace al caso: el vínculo entre poder político, favoritismo empresarial y ausencia de controles. El propio Yamil alertó que sus primos “son capaces de participar de una estructura de coimas”. La frase no es solo una imputación personal; funciona como diagnóstico de cómo se teje el poder en torno a Karina Milei, donde operadores de confianza y familiares directos ocupan lugares clave en la toma de decisiones.

Lo dicho por Yamil Menem no se limita a un ajuste de cuentas familiar. Es una advertencia pública de que el escándalo de la ANDIS puede escalar y comprometer no solo a funcionarios menores, sino a la mesa chica que sostiene al propio Presidente.

En ese sentido, la denuncia desnuda la fragilidad del relato libertario: mientras Milei insiste en exhibir austeridad y transparencia, su círculo íntimo enfrenta acusaciones de haber montado, en menos de dos años, un sistema de recaudación política basado en el reparto discrecional de contratos públicos.

La frase final de Yamil —“Si Karina está involucrada, Lule y Martín también lo estén”— sintetiza el verdadero alcance del escándalo: no se trata solo de un caso aislado de corrupción, sino de la posible exposición de una estructura de poder donde la familia, los operadores y el gobierno aparecen indisolublemente entrelazados.

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