14 de noviembre de 2025

García Cuerva: «Todo esfuerzo que lleva pan sobre la mesa tiene que ser protegido”

En plena crisis económica y con una sociedad cada vez más fragmentada, el referente de la Iglesia católica planteó con claridad la necesidad urgente de una reconciliación nacional, al tiempo que defendió con firmeza los derechos de los más vulnerables.

En una homilía marcada por un tono profundamente social y político, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, volvió a hacer oír su voz durante la misa central por San Cayetano en el santuario de Liniers.

“Somos custodios de los discapacitados y de los enfermos. No podemos desentendernos de los que sufren”, expresó el prelado, retomando una línea pastoral que lo ha caracterizado desde que asumió como arzobispo: una Iglesia cercana a los pobres y activa frente a las injusticias sociales. En un mensaje que resonó como advertencia ética y crítica indirecta a la orientación del gobierno de Javier Milei, García Cuerva insistió en que el país necesita “recapacitar, salir del chiquero del odio y las chicanas y ponernos de pie”.

En una Argentina sacudida por los efectos del ajuste económico, con el poder adquisitivo deteriorado y crecientes niveles de exclusión, el arzobispo reivindicó el valor del trabajo en todas sus formas: “Valoramos todas las formas del trabajo, el empleo formal, emprendimientos, reciclado y changas… Todo esfuerzo que lleva pan sobre la mesa tiene que ser protegido”, afirmó. Así, buscó ampliar la mirada sobre el empleo más allá de las estadísticas tradicionales, reconociendo el peso creciente del sector informal y de la economía popular.

Con referencias explícitas a la necesidad de justicia social, diálogo y encuentro, García Cuerva propuso construir “una casa de reconciliación” y recordó la frase de Juan Pablo II: “No hay paz sin justicia y no hay justicia sin perdón”. Lejos de una prédica exclusivamente espiritual, sus palabras estuvieron cargadas de contenido político, sin caer en la partidización. Su discurso apeló al conjunto de la dirigencia, pero también interpeló a la sociedad civil.

“Nos falta encontrarnos como país, sentarnos a una misma mesa para pensar juntos, para generar consensos, para llorar fracasos sin estar siempre buscando culpables”, dijo el arzobispo, en lo que puede leerse como una crítica a la cultura del enfrentamiento que domina el escenario público argentino. Su llamado a “hacer fiestas por pequeños grandes logros” apunta a recuperar la esperanza y reconstruir los lazos sociales desde abajo.

En un contexto de tensión creciente, con recortes en áreas sensibles como la salud, la educación y las políticas sociales, las palabras del arzobispo adquieren una fuerza particular. Sin aludir directamente a medidas concretas del gobierno, su énfasis en la protección de los más vulnerables y en el derecho al trabajo operan como un contrapeso moral frente al discurso del ajuste.

El mensaje de García Cuerva en el día de San Cayetano –santo del pan y del trabajo– no fue solo una celebración religiosa. Fue, también, una intervención en la conversación nacional. Un llamado a salir de la lógica del enfrentamiento para construir una cultura del encuentro, una exhortación a proteger a quienes hoy están cayendo en la marginación, y una advertencia: sin justicia, no habrá paz.

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