14 de noviembre de 2025

Escándalo por coimas: Las «manos en el fuego» de Martín Menem por Lule y Karina MIlei

La defensa, lejos de ser un simple comunicado, se revistió de una declaración contundente y polémica: Menem aseguró que pone «las manos en el fuego» por los implicados.

En un contexto político tenso y a pocas semanas de las cruciales elecciones en la provincia de Buenos Aires, el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, irrumpió en la escena mediática para defender con vehemencia a Karina Milei y a su primo Eduardo «Lule» Menem, ambos salpicados por las denuncias de presuntas coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis).

La frase, cargada de un simbolismo arcaico y de una lealtad incondicional, se presenta como la columna vertebral del argumento de Menem. Sin embargo, en un sistema democrático que se precia de la transparencia y la rendición de cuentas, la defensa a ciegas de los funcionarios, sin esperar los resultados de una investigación judicial, resulta al menos cuestionable.

La aseveración de Menem parece más un acto de fe política que una respuesta acorde a la seriedad de una denuncia por corrupción. La declaración, lejos de mitigar las dudas, las potencia, pues coloca la lealtad personal por encima de la presunción de inocencia y del debido proceso.

Menem no solo defendió a sus allegados, sino que optó por una estrategia de ataque. Calificó la denuncia como una «monumental operación» de la oposición, una maniobra «acostumbrada» en el escenario preelectoral.

Este enfoque, si bien es una táctica recurrente en la arena política, no hace más que desviar la atención del problema de fondo: la presunta corrupción en una institución clave para la sociedad, como lo es la Agencia Nacional de Discapacidad. La acusación de «operación» no invalida la denuncia ni exime a los implicados de dar explicaciones.

De hecho, al enmarcar la denuncia como una mera jugada política, Menem subestima la gravedad de las acusaciones y la indignación que estas generan en la ciudadanía, cansada de los escándalos de corrupción que han empañado la vida pública.

El legislador añadió que la oposición «no tiene con qué atacarnos de la gestión porque han sido un verdadero mamarracho durante los últimos 20 años». Esta afirmación, si bien puede resonar en un sector del electorado, es una generalización que busca descalificar al adversario de manera total.

El problema radica en que, al equiparar a toda la oposición con «mamarrachos», Menem cierra la puerta a cualquier tipo de crítica constructiva y refuerza la polarización que tanto ha afectado al país. El argumento de que «tratan de llevarte al barro» es una negación de la posibilidad de que existan denuncias legítimas que no respondan a una agenda política, lo que debilita el sistema de pesos y contrapesos esencial en una democracia.

La postura de Martín Menem ante el escándalo de coimas en la Andis se presenta como un blindaje político, una defensa sin fisuras que no da lugar a la duda. La declaración del «manos en el fuego» y la descalificación de la denuncia como una «operación» son el reflejo de una estrategia que prioriza la lealtad partidaria sobre la transparencia y la rendición de cuentas.

En lugar de ofrecer una respuesta contundente a las acusaciones, Menem opta por un contraataque que, si bien puede ser efectivo en la coyuntura electoral, ignora la desconfianza ciudadana y la necesidad de una justicia independiente que investigue a fondo cada caso de corrupción, sin importar quiénes sean los implicados.

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