Mujer empoderada, La controversia entre construcción social y designio divino Parte (II)
“Las mujeres identificadas con el feminismo radical son presas sumisas de los intereses de los poderes mundiales con firmes bases patriarcales”, asegura el profesor Martínez en esta segunda entrega titulada » «Mujer empoderada, La Controversia entre construcción social y designio divino», y apoya sus argumentos sobre la controversia que surge del estudio de los intereses de género, teoría desarrollada por Maxine Molyneux, y que pone en relieve una lucha entre las Necesidades Prácticas (NNPP) de Género y los Intereses Estratégicos (IIEE) de Género, con un resultado acabado, el empoderamiento de la mujer.
Colaboración para La Pluma: Profesor Andrés Martínez; Autor del Libro ESI Educación Sexual Integral»; Coordinador Provincial de ADORA Argentina.

El término «Intereses de Género» fue inicialmente desarrollado por Maxine Molyneux (1985), que se refirió a ellos como “los intereses que las mujeres -o los hombres- pueden desarrollar en virtud de su ubicación social de acuerdo a sus atributos de género. Pueden ser estratégicos o prácticos: cada uno se origina de distinto modo y tiene diferentes implicaciones para la subjetividad de las mujeres.
Las necesidades prácticas de género son las necesidades de las mujeres en sus roles predeterminados socialmente y como responsables de ciertas cargas y obligaciones sociales preestablecidas, destinadas básicamente a la familia inmediata y a la comunidad local.
Los intereses estratégicos derivan no de los esfuerzos de las mujeres por cumplir con sus obligaciones tradicionales, sino de su creciente toma de conciencia acerca de que las estructuras de dominio y privilegio masculino son imposiciones sociales y, por tanto, susceptibles al cambio”.
Las mujeres no son un todo homogéneo en base a sus características biológicas, pero sí enfrentan problemas comunes. Existen clasificaciones que generan diversidad, como la posición de clase, la edad, la etnia, la religión, la cultura, la nacionalidad, la opción sexual, pero también desigualdades de clase, de edad, de religión, etc. La desigualdad de género es un factor más de desigualdad que une a las mujeres. Los intereses de las mujeres pueden ser generales -de clase, de edad-, que dividen a las mujeres y las unen a los hombres, a diferencia de los intereses de género, que sientan la base para que las mujeres se unan y que las enfrentan a los hombres.

El movimiento de mujeres se basa en estos intereses de género diferenciando, a su vez, las Necesidades Prácticas (NNPP) de Género y los Intereses Estratégicos (IIEE) de Género. Las primeras son aquellas que las mujeres tienen por desempeñar los roles de género tradicionalmente asignados -como madre, esposa y ama de casa- y los segundos, surgen del análisis de las desigualdades de género.
Las NNPP de Género están relacionadas con el estado material e inmediato de las mujeres, con sus condiciones de vida y la de sus familiares, como la alimentación, el agua, la leña, la vivienda, la educación, la atención sanitaria. Se formulan a partir de las responsabilidades adscritas según la división generizada del trabajo y según los roles de género tradicionalmente asignados -madre, esposa, ama de casa-.
Están relacionadas con áreas específicas y con situaciones de insatisfacción, de falta de recursos; resultan fácilmente observables y cuantificables; pueden ser satisfechas con recursos específicos en un relativo corto plazo, incluso por personas ajenas como el Estado o las ONG; movilizan espontáneamente a las mujeres; y no cuestionan los fundamentos de la desigualdad de género ni transforman los roles de género. Una vez cubiertas o satisfechas, mejoran la condición tanto de las mujeres como la de sus familias en una determinada sociedad.

En cambio, los IIEE de Género se formulan a partir del análisis de la subordinación de las mujeres con respecto de los hombres. Están relacionados con las normas y con las tradiciones culturales que determinan la posición económica, social, política y cultural de las mujeres en relación a los hombres y con los pilares que sostienen las desigualdades de género, como la división generalizada del trabajo, las desigualdades en el acceso a él, el control de los ingresos, la doble normatividad sexual, el concepto de familia, la doble valoración de la maternidad y la paternidad, la violencia de género como poder o dominio, el acceso y el control de los recursos y los beneficios, la discriminación cultural de las mujeres y de lo femenino, el desigual acceso a la participación y al poder en la toma de decisiones en los niveles familiar, comunitario y social.
Esas normas y tradiciones culturales son comunes a todas las mujeres, aunque su manifestación varíe según la clase, la edad, la etnia, la religión o la cultura. Son más difíciles de visualizar y de cuantificar, por lo que su satisfacción es más abstracta; requiere de procesos -a largo plazo- personales y colectivos de toma de conciencia y de organización de las mujeres; implican la transformación de los roles tradicionales de género y su satisfacción conduce a una mayor equidad de género. Una vez logrados, los IIEE de Género mejoran la posición de las mujeres con respecto de los hombres en una determinada sociedad.

En este sentido, actualmente, los intereses de género que se promueven a través del empoderamiento feminista y requiere de una absoluta sublevación del colectivo femenino que se excusa en la vulnerabilidad de su autoestima y decadencia de su autonomía. El colectivo de género reclama a la sociedad, al estado, a la cultura y a su propia biología, sus intereses individuales. La ausencia de aceptación de su naturaleza creadora hace que miles de mujeres en el mundo vean oportuno desprenderse de su propia naturaleza biológica y apelen “oportunamente” a dicho empoderamiento con base en los intereses de género que los ideólogos y agentes globales dictaminan para profundizar más el sometimiento sobre el colectivo feminista, escena que “ellas” ignoran. Los intereses de género se pueden describir del siguiente modo:
“Los intereses de género refieren a todo aquello que hay que modificar para superar la posición subordinada de las mujeres frente a los hombres en la sociedad”. Ello tiene como propósito fundamental;
1 Apropiación y acaparamiento de los Derechos legales.
2 Tratar los Problemas de igualdad.
3 Violencia doméstica y prevención del acoso sexual en el trabajo.
4 Remuneración igual que la de los hombres por trabajo de igual valor.
5 Control de las mujeres sobre sus cuerpos y su libertad de elección acerca de la maternidad.
6 Capacitación e información para las mujeres y derecho a la propiedad de la tierra.

Es así que los intereses de género tratan las necesidades que apuntan hacia cambios sustanciales en áreas estratégicas como son: las leyes, la educación libre de sexismo, modelos de desarrollo participativo, ciudadanía plena para las mujeres y una vida sin violencia.
Por lo tanto, se trata de demandas que se pueden cambiar, toda vez que se parta del principio de que la situación en que surgen es un producto social e histórico. De manera que, para llevar a cabo esta agenda sutil, el movimiento feminista busca con ansias empoderarse al máximo para lograr los objetivos que interpela no sólo a las mujeres, sino también a los grupos de poder supranacionales e instituciones de financiamiento económico global.
Esta sola circunstancia representa una escena irrisoria que en la historia no se vio jamás; ¡las mujeres identificadas con el feminismo radical son presas sumisas de los intereses de los poderes mundiales con firmes bases patriarcales!
