La irresponsabilidad social es la pandemia que circula en La Costanera del Dulce
La Costanera en la Capital Santiagueña, a la vera del Río Dulce es un lugar de encuentro. Los Runners, Bikers, Rollers, Skaters, Personal Trainers, y un sinfín de “ers”, se reúnen allí para despuntar el vicio de la actividad física al aire libre. Las familias buscan sus espacios para los juegos de los más pequeños, las amigas con sus termos “Stanley” personalizados se citan ahí y hasta a las “doñitas”, se las pueden ver caminando mientras ejercitan el don del habla de los demás. Sin duda, que cientos de santiagueños estuvieran este jueves por la siesta en La Costanera haciendo “nada”, es una señal de irresponsabilidad tan grande como una pandemia.
Pareciera ser que nuestra ciudad es una isla en medio de una catástrofe sanitaria mundial que se encuentra totalmente ajena a lo que sucede, o por lo menos así parece que pensamos los santiagueños que vemos al Coronavirus que ya circula comunitariamente, como una lejana circunstancia que no nos afecta, ni personalmente, ni como sociedad.
Cuando el Dr. César Monti despotricó el martes pasado al anunciar la circulación comunitaria del Covid-19 en Santiago y La Banda, muchos pensamos que la autoridad refulgente que emanaba de su delantal blanco, sería suficiente para concientizar a todos sobre el riesgo latente de una enfermedad mortal que ya se encuentra entre nosotros.
Sin embargo no fue así. En aquella oportunidad, el funcionario realizó un desesperado llamado a los santiagueños para que asumiéramos la responsabilidad social que nos tocaba en la pandemia y dijo, -a modo de súplica por cierto-: “Por favor, a la población le pido respeto, como ya hemos pedido de mil maneras, circular sin la protección necesario coloca a las personas en riesgo”.
Claro, todos sabemos que cuando el médico diagnostica una enfermedad y da a conocer su tratamiento, lo menos que esperaría es que como pacientes cumplamos con lo ordenado. Ese martes, el especialista lanzó una frase contundente: “Entiendan santiagueños, la única vacuna somos nosotros hasta que llegue una vacuna, si no nos protegemos estamos en peligro”.
El mensaje llegó a muchos que cumplen con los protocolos sanitarios, pero por lo visto, no a todos.
Hoy en horas de la siesta, los “corredores de pandemia” salieron a practicar deportes porque de seguro estaban aburridos y cientos de ciclistas, en grupo, dieron unas vueltas. Cómo los gimnasios están cerrados, los “profes” llevaron a la Costanera a sus pupilos y si no tienen barbijos, no importa, se practica igual.
Doña Rosa, quien a fin de año cumplirá 60, salió a caminar con don Jacinto porque “el viejo tiene que hacer ejercicio” como le dijo el sobrino que es médico. Y las chicas del profesorado, las más sexys del segundo año, conversan animadamente con las piernas cruzadas en un banco, a la sombra de un Itín, compartiendo unos mates dulces.
Para qué hablar de Juan que vive en el Saint Germain y vino en su “Gol”, con dos primos a correr, y mientras está estirando los músculos a la vuelta de la Plaza Añoranzas, pispea de reojo el puesto de las tortillas para la merienda.
Si alguien pregunta por el nivel de responsabilidad social de esta gente, los índices darían por debajo de la media provincial y por qué no, mundial.
Sucede que desde que se informó que el Covid-19 circula de manera comunitaria, a muchos no les importó y están en la suya y las imágenes son más que elocuentes.
Algunos exceptuados de trabajar para evitar la propagación del virus, pero presurosos para cobrar sus sueldos, estaban girando en la costanera sin hacer nada”, mientras empleados de la salud, policías y de los servicios esenciales, se las juegan a diario en medio de la incertidumbre por los contagios y por las muertes que ya son seis en nuestra provincia.
Tal vez, la responsabilidad se aprende en casa o se comparte con el ejemplo y es tiempo de que el santiagueño asuma su parte y aporte esa “responsabilidad”, porque cuando te toque de cerca padecer la enfermedad, ya no habrá pedaleada, caminata o trote que valga la pena.